La ciudad de Felipe Carrillo Puerto, en Quintana Roo, estrena su Museo Histórico

Se destacó la valía que el recinto tendrá para fortalecer la identidad, la len-gua y el sentido de pertenencia de las y los mayas de hoy.
El discurso museográfico parte de la fundación de esta ciudad como lugar sagrado de los mayas rebeldes, en 1850, hasta la actualidad.

Planteado para narrar 174 años de un devenir forjado con la lucha de los mayas macehualob, desde que tomaran las armas por la tierra y la dignidad de su pueblo, hasta el presente, abrió sus puertas el Museo Histórico de esta ciudad.

El espacio cultural, inaugurado hoy, 7 de septiembre de 2024, por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, está dedicado “tanto a Jacinto Pat, Cecilio Chi, María Uicab y otros líderes y lideresas mayas del pasado, como a cada una de las 2.5 millones de personas que, tan solo en México, pertenecen a esta gran familia cultural y civilizatoria”.

Así lo declaró el director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, al hacer votos para que este recinto “contribuya a que el pueblo maya, particularmente el que habita en Felipe Carrillo Puerto, se sienta orgulloso de su historia, su lengua y su identidad”.

En su exposición, el antropólogo detalló que el museo se aloja en el centenario edificio del internado indígena “Gral. Lázaro Cárdenas”, y su diseño estuvo a cargo del instituto, organismo de la Secretaría de Cultura federal.

A su vez, el titular del Centro INAH Quintana Roo, Margarito Molina Rendón, explicó que el Museo Histórico de la Ciudad de Felipe Carrillo Puerto “no es un recinto etnográfico, donde el maya sea objeto de una mirada externa, sino donde es sujeto de su propia historia”; de ahí que el discurso, dividido en seis núcleos temáticos, está pensado en primera persona del plural: nosotros.

Esta narración parte en 1850, con la fundación de Noj Kaaj Santa Cruz Báalam Naj, “Gran pueblo de la Santa Cruz, la casa de los que están en guardia”, como lugar sagrado de los mayas rebeldes. En la primera sala se da cuenta de su legado e inquebrantable búsqueda de autonomía durante la llamada Guerra de Castas, un periodo que impulsó la creación de Quintana Roo como estado soberano de la federación, hace 50 años.

Los rostros de aquellos macehuales insurrectos y los rifles que empuñaron para resistir las implacables campañas militares que se lanzaron en su contra, hasta que la ciudad fue tomada por las tropas militares en 1901, forman parte de la colección de piezas que se muestran.

Pactada la paz, continuó Molina Rendón, el auge del chicle transformó la organización comunitaria. A ese tema está dedicada la segunda sala, la cual aborda cómo la creación de ejidos y cooperativas permitió negociar el precio de la goma, extraída del chicozapote, con empresas extranjeras que se beneficiaban por la demanda del producto durante las dos guerras mundiales.

Los ejidos lograron consolidarse a mediados del siglo XX, periodo en el que también, tras décadas de recelo por parte de los pobladores hacia las políticas del Estado, y por vía de la mediación cultural, pudieron reconocerse los beneficios del bilingüismo y la educación.

El año en que la ciudad fue renombrada como Felipe Carrillo Puerto, 1932, marcó la llegada de las escuelas rurales federales a la región, con un enfoque socialista y políticas más inclusivas, promoviendo formación técnica y agrícola para el desarrollo comunitario; tal y como como se observa en las imágenes de época dispuestas en la tercera sección del museo.

En la cuarta sala se honran las prácticas ancestrales de la milpa (sistema de cultivo que genera 29 productos, entre ellos, maíz, frijol, chile y calabaza) y la apicultura con la abeja melipona, las cuales promueven la sostenibilidad y reafirman la esencia de la cosmovisión maya. En contrapartida, en la misma sala, se trata la irrupción del turismo en el Caribe que, desde la década de 1970, representa una importante fuente de ingresos.

En ese sentido, dijo el director del Centro INAH Quintana Roo, las comunidades locales están impulsando proyectos turísticos propios, a fin de que les beneficien de manera directa, y con reglas que coadyuven a una relación armónica entre turismo y cultura.

La penúltima sección está destinada al arte y la religiosidad popular. Prendas y objetos de uso, como huipiles, cestería, hamacas y tallas en madera, además de la música y danza que el público puede escuchar y observar, a través de videos

y materiales didácticos interactivos, son expresiones materiales de la cultura y la espiritualidad maya.

El recorrido finalmente aborda a la Santa Cruz, símbolo que guió la lucha macehual por más de 50 años, y cuyo culto se celebra hoy en los santuarios de Xcacal Guardia, Chancah Veracruz, Tulum, Chumpon y Felipe Carrillo Puerto; en ese tenor, la iglesia maya tradicional comprende tanto los ceremoniales de origen católico dentro de estos templos, como el sistema de guardias simbólico-militar, originado en la Guerra de Castas, y rituales agrícolas o del monte, de origen prehispánico.

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